martes, 26 de agosto de 2008

Fernandino y campeón


Atlético Fernandino se consagró campeón en el estadio Matías Gonzáles de Artigas el 24 de agosto de 2008.


Atlético Fernandino se consagró campeón del interior por primera vez en su historia luego de vencer a Wanderers de Artigas por 3 a 1. El gol tempranero casi desde el vamos de Cristian Eguren complicó al local, a quien sólo le servía ganar. Sentenció el goleador artiguense pero que juega para los fernandinos, Rubén Lima, para que su equipo deposite la tarde del 24 de agosto en su memoria y en su historia; pero en la nostalgia de los artiguenses.

Fue una final y se vivió como tal. El equipo campeón dio la vuelta en Artigas y no se quería ir del estadio. Ya habían pasado treinta minutos de finalizado el encuentro, pero la Copa deambulaba por la cancha, era levantada y fotografiada una y otra vez. “Nos ganaron bien”, repite la gente en la tribuna. Los jugadores bohemios saludaron al campeón aceptando la derrota.

Atlético venía con la ventaja de haber ganado de local (2 a 1), pero Wanderers de Artigas nunca había perdido de local y era el favorito para esta revancha. Sin embargo Atlético planteó el partido para ganarlo, no esperó al contrario. El balde de agua fría para los bohemios fue a los 2 minutos: Hector Soria habilita a Eguren (de gran partido) y este define abajo, cruzado, el remate pasa por debajo del cuerpo de Lencina. La tribuna local quedó muda, aunque la 12 no abandonaba el bombo.

Los primeros diez minutos fueron para Atlético, que al controlar la pelota ponía nervioso al equipo de Carlos Cabillón. Pero este reacciona, como era de suponerse; Damián Paz y Saavedra aparecen creando situaciones. Wanderers atacaba con furia y Atlético se defendía como podía, incluso recurriendo a las faltas.

Un cabezazo de Sebastián Martínez que da en el travesaño a los 24` le da la señal al público local de que el fútbol seguía estando ahí. Para más euforia todavía, tres minutos más tarde, Saavedra se manda una gran jugada individual: es golpeado afuera y adentro del área; penal para Wanderers. El público local no lo dijo, pero insinuaba: “arrancó la maquina”. Sebastián Martínez estrella el tiro penal en el palo, la pelota pega en la espalda del arquero Rodríguez y se va a perder afuera. Los artiguenses se tomaban la cabeza con las dos manos como si se les fuera a salir del cuerpo.

Resultado mal donado

Wanderers es el equipo que ha jugado más finales -nueve, con esta- pero ha ganado sólo tres; y ha perdido todas las finales (cuatro) que ha jugado contra equipos de Maldonado. El penal marrado apuntaba a una suerte de campeón para Atlético y a una especie de meleficio para los bohemios.

La señal de esperanza para Wanderers llega a los 38`, Leonardo Rivero, el hombre que más insistió para levantar al equipo local, convierte de cabeza y pone el partido 1 a 1 (posicionándose primero en la tabla de goleadores con diez unidades). Fue el hombre destacado de Wanderers; ganó siempre por arriba y fue quien más amenazó a forzar un tercer encuentro.

Ni bien comienza el segundo tiempo los jugadores de Atlético comienzan a caerse y permanecen lo más que pueden en el piso. Cabillón se enoja y discute con el juez, la tribuna insulta a Alejandro Sotelo mientras se levanta.

Atlético no jugaba bonito, tampoco pretendía hacer eso en una final. El pelotazo para alejar el peligro era hasta el momento un recurso efectivo. El equipo norteño no encontró su mejor fútbol y atacaba, por momentos, desesperado. A los 61` Atlético Fernandino aprovecha uno de tantos contraataques y el zaguero Miguel Faccio la cuelga en el ángulo; 2 a 1: Fernandino quiere copa, empatando es campeón y ahora se repliega; lo invita a Wanderers a atacar. Una serie de corners complican al arquero Maxi Rodríguez, Leo Rivero cabecea todos los misiles que caen al área, pero el bohemio no concreta y los minutos corren.

A 15 minutos del final Cristian Eguren lidera un contraataque para Fernandino, remata violentamente, y justamente un artiguense, Rubén Lima, empuja el balón adentro del arco después del rebote de Lencina. “Ya está, campeón Fernandino”, pronostica indignado un niño artiguense. Marcelo Balerio, el volante fernandino, mueve los brazos y junta las palmas de las manos indicándole a la gente de Maldonado que se mueva, que no se calle, que festeje, que se de cuenta de lo que está por suceder, que se despierte, es real.






Te dejé un billete en la puerta de la heladera

Imaginate lo que es el interior que yo, después de caminar varios minutos buscando este cyber, escucho una voz cálida y femenina que me dice: “veo que estás perdido… yo también voy al cyber”.

Llegué a las diez de la mañana y después de intercambiar tres palabras con Caio, vendedor de cueros; ya me sentía como en casa. Me dijo, entre otras cosas, que Mario Saralegui es un buen tipo, muy humilde, “viene y sale en la misma camioneta de siempre, y él es el mismo de siempre”, pero que no es el caso de Chicharra Ramos, “ese se infló demasiado”. Como no preguntarle por Charlie Good, hombre que no olvida sus raíces y que por lo que cuenta Caio, extraña su origen y sus costumbres. “Cuando viene siempre se junta con la misma barra del barrio”.

Flor de susto me llevé con el tema de la noche de la nostalgia y los pasajes y los horarios y el viaje a Artigas. Valió la pena, una final es una final. Y sino preguntale a cualquiera, ganador o perdedor. Los derrotados saludaron a los campeones, el público local aplaudió a su equipo, Fernandino festejó a lo loco y sanamente, sin problemas. Y yo viniendo al interior me siento bien; camino por una cebra y los autos paran y todo. Yo creo que es contagioso, uno está en la capital y tiene que tratar a los demás de igual manera que lo tratan a uno, y me incluyo, si hasta me siento que soy más macanudo cuando estoy en el interior; me hablan bien y hablo bien. Basta llegar a Montevideo para encontrarme con un taxista y ya no soy el mismo.






Publicado en la diaria el 25 de agosto de 2008

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